viernes, 26 de noviembre de 2010

Enemigos

Dolió verte ahí, postrado en una cama.
Ya no habría largos paseos por las calles adoquinadas, ni cafés en terrazas bañadas por el sol del verano; no hay inviernos fríos, ni largas primaveras; no hay llamadas.

Se truncaron nuestros planes y tuvimos que hacer borrón y cuenta nueva. La vida se te escapaba de entre los dedos, etérea, perdida. Con lo que luchaste por retenerla y se te fue de todos modos. Es tan injusto, tan frustrante.

¿Cómo hago yo ahora? ¿Por qué quieres que luche, si ya he comprobado que carece de sentido, que no hay resultado?

Aquel pasillo del hospital, una mano que me sujeta el hombro, yo que intento controlar mis temblores. Y los gritos en el aire, silenciosos, ahogados. Todos gritabamos por dentro, desgarrados, flojos, sin fuerza. Demasiado cobardes para hacerlo al aire, al mundo. Demasiado cobardes para decirte las cosas cuando aún podías escucharnos.

Ya ahora pesan dentro de nosotros, todo los que nos callamos, todo los que nos guardamos. Solo ella supo como empezar de nuevo. Yo aún sigo emborronando la hoja de nuestro pasado, incapaz de dibujar un nuevo futuro.

Porque, al parecer, los mayores monstruos no se encuentras en nuestras pesadillas y los mayores enemigos están dentro de nosotros.